23.10.17

     Y no lo entiendes. Te lo repito y no lo entiendes. Te digo que la vida pasa y que los días me pesan y que a veces me despierto con el peso del planeta entero en los pulmones pero tú no me escuchas. Tú siempre dices por qué esa cara tan larga y ahora por qué lloras y es que hay que ver que no se te puede hablar. Que crezca, dices. Que madure y me de cuenta de que llorando no se va a ningún sitio. Y entonces me acuerdo del día del hidropedal en que yo movía los pies en círculos y apretaba la mandíbula y hacía fuerza para impulsarnos y me dolían las piernas y tú no dejas de repetirme que no, que desde lejos me veías y que estás bastante segura de que no avancé en ningún momento. Que estaba demasiado cerca de la orilla para ahogarme pero que por qué me quedaba quieta. Que por qué.

     Y no lo entiendes. Y no me oyes porque a menudo hablo bajito y tú crees que no quiero que me oigas y otras veces me callo por el nudo de la garganta o por las voces de la cabeza o porque me pincha el pecho o simplemente porque estoy cansada, porque para qué voy a hablar si no sé explicarme, si no sé decirte que siento que no me entiendes pero que yo tampoco lo hago y sigo aquí, conmigo. Que yo tampoco me entiendo pero aún no me he abandonado y siento que tú sí. Y que lo sienta no quiere decir que sea verdad pero eso tampoco quieres entenderlo. Que no me entiendes pero dices que no quieres ponerte en mi piel porque si lo hicieras entenderías todavía menos. 

     Y entonces todo sigue igual. A veces parece que mejora porque me río, pero es mentira. A veces parece que empeora porque me falta el aire y desaparezco y vuelve la desconfianza y el miedo y la ansiedad pero no es que estén volviendo porque nunca se fueron del todo. Y vuelves a preguntarte qué hiciste mal comigo. Y vuelvo a preguntarme qué hice mal conmigo. Y no tengo respuesta pero me perdono. Me perdono porque no me quedan fuerzas pero tampoco me queda ya casi nada de culpa. Porque la culpa pesa y me retiene y yo tengo que respirar así que me perdono.

     Y supongo que tú no puedes perdonarme y te prometo que lo entiendo. 

     Pero tú no. 

     Tú no lo entiendes.

1 comentario:

  1. Acabo de pasarme por primera vez por tu blog y esta entrada ha conseguido atraversarme la epidermis, wow.

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